Comienza la era de los hombres elegantes

El responsable de convertir el streetwear en maistream ha decidido que ya está bien de sudaderas, chándales y prendas brutalistas, es hora de volver a la elegancia clásica (que no apolillada). Esto es lo que más o menos ha venido a decir Demna Gevasalia, director creativo de Balenciaga, con su colección primavera / verano 2019.

Adiós a las prendas dignas de meme, véanse: las Crocs con plataforma, los abrigos de Joey o las bolsas de la compra –o las de Ikea–. ¿Alguien ha visto a gente real por la calle con ello? En cambio, todo se vuelve limpio y lo que se entiende socialmente como elegante. “Los desfiles son para transportar a la gente, de otra forma no tendrían sentido”, declaraba el propio Gvasalia a Vogue.com sobre la colección. “Es como trabajar en una película, llevando a las personas a otra realidad, así puede permanecer como un recuerdo”. Una declaración paradójica si tenemos en cuenta que donde nos transporta es a un punto de inicio, a un recuerdo, al de la moda antes del streetwear, jugando, claro está, con la baza que ya explicaba Virgil Abloh: para los millennials todo es nuevo, así que aprovechémoslo. Y he aquí la prueba en boca de Gvasalia: “Nos hemos retado a nosotros mismos a hacer sastrería para las generaciones de hoy en día. ¿Cómo pueden llevar el traje que nunca han vestido?”.

Los tres pilares fundamentales sobre los que apoyaría este cambio de rumbo en el negocio podrían ser tres. Por un lado, aunque otras tantas veces en la historia se ha utilizado la sobriedad como signo de reivindicación o contraste frente a la etapa anterior –ya lo hicieron los Teddy Boys a mediados del siglo pasado–, el desconocimiento de referencias por parte de las nuevas generaciones hace que se abra una nueva horquilla de mercado relativamente novedosa.

Por otro lado, está el componente estético. Es un traje, sí, pero no un traje rancio, sino actual. Es un dos piezas que se podría definir como sacado del propio streetwear. Es suelto, a veces incluso oversize, un primer paso hacia esa estética pulida y brillante de los años 60. De ahí que haya sido aceptado como una nueva posibilidad a la hora de vestir, porque es un traje para ti, no para tu padre.

Y por último, y quizá lo más importante, ya está bien de vestir como un adolescente. Es hora de madurar, sobre todo para ese colega que todos tenemos y que suele ir hecho un pintas alegando que “es lo que se lleva”. Es lo que la moda ha tenido a bien llamar scumbro, aunque por su sonoridad podríamos traducirlo como “escombro estético”. Con ellos, con esta absurda imagen exagerada de la moda de calle que se fuerza por tendencia (y no por naturalidad), podemos decir que el streetwear ha tocado techo. Si tenemos en cuenta que las tendencias, como la historia en sí misma, siempre han funcionado según mecanismos de acción – reacción y el scumbro es un extremo, sólo podemos esperar ir hacia el polo opuesto. Por tanto, ahora, tras acabar saturados de ropa deportiva, lo lógico sería rebotar hacia la otra punta, hacia el despacho.

 


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